Cada una de nuestras características personales es volcada muy notoriamente en el momento en que hemos de encarar la, para algunos, desafiante e interesante tarea de dirigir. A través de la conducción de otros seres humanos, nosotros canalizamos la energía de Marte, Plutón, Urano y Neptuno, siendo algunos nativos ásperos y agresivos, dominantes y absolutistas, cambiantes o altruistas y así infinidad de modalidades que la energía planetaria nos entrega para comunicamos.
Los signos de Fuego, por ser netamente expansivos y vitales, son los más destacados ejecutivos. Aries, al dirigir, convulsiona, dinamiza y dictamina. Leo, a través de una personalidad activa, eficiente y emocionalmente estable, a veces avasalla, pero todo su ser representa el poder de la organización. Sagitario, por ser fuego doble, encama dentro de sí la batalla entre la voracidad del instinto ciego y las fuerzas del espíritu; cree en el amor y la libertad para conducir pero es temiblemente crítico.
Los signos de Aire dirigen exclusivamente por medio de una importante comunicación. Géminis, por su parte, no disimula sus intenciones ni sus deseos y todo lo hace con gran derroche de simpatía. Libra imprime en todas sus acciones un sello personal. La cortesía y la subyugante cordialidad del signo otorgan enorme brillo a su natural carisma. Acuario dirige por obligación a través de la confraternidad.
Los signos de Agua poseen una gran percepción. Así, en Cáncer, la conducta reservada no excluye la ambición y la capacidad innata de organizar y dirigir que les permite avanzar sin titubeos. Escorpio, canaliza el poder de Plutón en la dirección de otras personas, conociendo a sus subalternos y dirigiéndolos con seguridad. Piscis, comprensivo y pacifista, contemporiza y fecunda.
Y, desde ya, los signos de Tierra con su tesón, perfeccionismo y organización, dirigen asumiendo gran responsabilidad. De estos signos, el más destacado será Capricornio, con su tan claro principio organizativo.